Me pregunto si alguna vez internet fue un lugar con espacio para la intimidad. Me lo pregunto porque, atendiendo a un comportamiento generacional, durante un tiempo abrirse un blog y vomitar el alma fue una práctica más relacionada con la intimidad que con algún tipo de exhibicionismo. Hoy tenemos Twitter, Instagram, Youtube, medios digitales y otras ventanas que, en todo momento, suponen un intercambio: ya sea en forma de likes/aprobación o en forma de dinero (en ocasiones ambas), escribir en internet se ha convertido en un ejercicio mercantilizado.
No me parece mal, claro. Después de pasarme la adolescencia abriendo y cerrando blogs, escribiendo gratis para los demás, consumido por el bloggerismo, cobrar 50€ por un artículo de menos de mil palabras me pareció un chollo. Y eso hice, escribir artículos por 40, 50, 80, a veces 100€. Si en alguna ocasión hice amago de abrirme un blog, ya fuera en Medium o similar, no era con el objetivo ni la intención de rememorar las diatribas emocionales que hace diez años soltaba en un blogspot como si nada.
Lo único que mantengo en activo desde entonces es mi cuenta de Twitter. Ha pasado por buenas etapas y amistades y por otras peores de idolatraciones y aburrimiento. Lo abrí aproximadamente cuando dejé de escribir(me) para empezar a escribir de cosas en blogs sobre cosas. A día de hoy, que lo uso mayormente como un vertedero mental, siento que Twitter sirve para lo mismo que una columna de opinión: para perpetuarnos como personas en busca de aprobación y dinero.
No sé si esto se parecerá un poco, un mucho o nada a aquel blogspot autoconfesional, pero veo potencial en el hecho de 1) no poder editar nada de lo que escriba [EDIT: turns out que sí se puede editar jeje], 2) escribir esto desde una app de email limitadísima, y 3) volver a esa idea de un internet íntimo donde volcar pensamientos sin darle demasiadas vueltas al qué, el cómo y sobre todo, el para qué. Después de haber transitado tantas maneras diferentes de escribir en internet, me apetece probar algo que no se parezca demasiado a lo anterior. A ver qué sale.
La canción de hoy: FEEL SOMETHING DIFFERENT.
No me parece mal, claro. Después de pasarme la adolescencia abriendo y cerrando blogs, escribiendo gratis para los demás, consumido por el bloggerismo, cobrar 50€ por un artículo de menos de mil palabras me pareció un chollo. Y eso hice, escribir artículos por 40, 50, 80, a veces 100€. Si en alguna ocasión hice amago de abrirme un blog, ya fuera en Medium o similar, no era con el objetivo ni la intención de rememorar las diatribas emocionales que hace diez años soltaba en un blogspot como si nada.
Lo único que mantengo en activo desde entonces es mi cuenta de Twitter. Ha pasado por buenas etapas y amistades y por otras peores de idolatraciones y aburrimiento. Lo abrí aproximadamente cuando dejé de escribir(me) para empezar a escribir de cosas en blogs sobre cosas. A día de hoy, que lo uso mayormente como un vertedero mental, siento que Twitter sirve para lo mismo que una columna de opinión: para perpetuarnos como personas en busca de aprobación y dinero.
No sé si esto se parecerá un poco, un mucho o nada a aquel blogspot autoconfesional, pero veo potencial en el hecho de 1) no poder editar nada de lo que escriba [EDIT: turns out que sí se puede editar jeje], 2) escribir esto desde una app de email limitadísima, y 3) volver a esa idea de un internet íntimo donde volcar pensamientos sin darle demasiadas vueltas al qué, el cómo y sobre todo, el para qué. Después de haber transitado tantas maneras diferentes de escribir en internet, me apetece probar algo que no se parezca demasiado a lo anterior. A ver qué sale.
La canción de hoy: FEEL SOMETHING DIFFERENT.