Hace unos días terminé la postproducción A Cuatro Pasos, un cortometraje basado en un guion de largometraje del mismo nombre que esperamos poder hacer pronto, pero mientras tanto estaremos yendo a festivales con el cortometraje.
En forma de preparación para el largometraje, he realizado una nota de dirección. Algo que me he dado cuenta es que no hay muchos ejemplos de notas de dirección para leer y aprender de cómo otros las hacen. Entonces he decidido compartir la mía sobre A Cuatro Pasos.
En The Scream de Edvard Munch, la obra es un grito dirigido a nada en particular y no parece un grito de ayuda, o alguien que se ha asustado, sino algo más profundo, algo espantoso. Hay figuras detrás del sujeto que parecen imperturbables. No parece un escenario que parezca merecer un grito y, sin embargo, ahí está la persona gritando. Pero lo que nos hace estar tan seguros en esta pintura de que el grito se trata de algo más profundo y más terrible, es la forma de la pintura. La forma en que el entorno, la cara y el cuerpo del sujeto parecen deformarse. La pintura tiene una especie de terrible bamboleo desestabilizador de horror, y cuando la miramos, pensamos que el sujeto debe sentirse de esa manera. Es casi como si las emociones del personaje fueran demasiado para contenerlas y se desangran en el mundo que los rodea.
Entramos en la angustiosa A Cuatro Pasos como si estuviéramos en medio de la historia, pero en realidad es el principio del fin. Lorena, una esposa y madre, es perseguida por espectros reales e imaginarios, y su perdición crece a un tono violento e histérico. A través de inquietantes detalles, se quiere convertir el espacio claustrofóbico de una casa en un campo minado emocional volviéndose en una odisea alucinante de horror personal.
A Cuatro Pasos, un drama-thriller sicológico y de suspenso, escrito por Juliana Ospina, empezó su proceso de escritura al escuchar una familiar de ella tener una experiencia de maltrato por parte de su esposo extranjero y de la familia de su esposo. Eso le dio el impulso de contar la historia de Lorena y de mostrar un tipo de abuso que no es el que todos se esperan y del que todos no parecen perturbarse: el abuso sicológico que afrontan muchas mujeres.
Una vez me describieron la disociación como la experiencia de conducir un automóvil en piloto automático. He hecho esto aproximadamente un millón de veces. Tal vez vos también lo hayas hecho: llegar a un destino y no recordar los detalles de llegar allí es desconcertante. Y aunque es posible que no recuerde estos viajes, la versión de mí que estaba detrás del volante definitivamente seguía siendo yo. Si bien esta analogía es una forma simplista, aunque efectiva, de explicar la experiencia de disociación, también es lo que le está sucediendo a Lorena. Los pequeños y sutiles elementos de manipulación psicológica que Filippo ejerce sobre Lorena empiezan desde mucho antes del inicio de la película, los cuales comienzan a crecer en intensidad a través de la historia hasta concluir en violencia física.
Quiero reclutar a dos actores con los que he trabajado anteriormente como lo son Marcela Robledo y Santiago Cottone, y con los que junto a Juliana hemos trabajado para traer sus percepciones y retroalimentación al guion para darle vida a estos personajes desde la fase de desarrollo. Para esto, realizamos una lectura de guion en un estudio de grabación y pudimos incorporar muchas de sus sensaciones, y comenzamos a crear los personajes con ellos desde ahora y no en la fase de ensayos. Llevamos esos comentarios para realizar un cortometraje en modo de teaser o proof-of-concept para tener algo tangible y poder experimentar con la cámara.
El amor asume diferentes formas y presentaciones: como una herida, un arma, una promesa, una maldición. Para Marcela como la deliciosamente compleja y nerviosa Lorena, son todas estas cosas. Siento que Marcela es exactamente la actriz perfecta para este personaje, al ser paisa de Manizales, ha estado expuesta al machismo y reconoce a la perfección las micro-agresiones y su escalamiento. Ella le aporta al personaje una calidez incalculable y una sinceridad impresionante con su presencia, pero su arma secreta es su voz. La idea es que al cerrar los ojos y simplemente escuchar la voz de Marcela, puedes trazar el arco emocional de la película, desde murmullos melancólicos, hasta palabras dulces y brillantes, exclamaciones ansiosas y sobresaltadas, y finalmente hasta llegar el aria de los momentos finales de la película.
Filippo es el negativo fotográfico de los encantadores personajes que ha interpretado Santiago en sus otros proyectos de televisión, con su sonrisa resplandeciente y su habilidad para ser estruendoso y elegante en un solo momento. En este rol, Santiago va a invertir su típico encanto en un anti-carisma. Cada frase es tan afilada como una cuchilla, cada gesto como hielo cincelado. En este personaje no tenemos el típico hombre villano sino que reconocemos a alguien que puede jugar a ser pasivo-agresivo y con mucho humor negro lo cual puede desorientar tanto a Lorena como al espectador. Su imagen está tan preparada como una serpiente esperando para atacar.
Usando como gran referencia The Scream y tomando prestada técnicas de un movimiento de 100 años, vamos a contar la historia de A Cuatro Pasos. Para representar esta disociación que experimenta Lorena, nos vamos a dejar influenciar fuertemente por el expresionismo ya que vamos a plasmar sus sentimientos en la iluminación y en la ambientación. La cinematografía nos va a recordar constantemente dónde están los personajes en relación unos con los otros, creando una intrincada coreografía en la que los gestos más diminutos están cargados de un potencial violento.
A menudo, cuando una película moderna usa el expresionismo como técnica, la gente simplemente dice que es estilizada o surrealista, pero puedes ser muy estilizado sin ser explícitamente expresionista. Y el surrealismo es su propia forma única de doblar o deformar la realidad. Suele ser un lenguaje de los sueños o del subconsciente, mientras que el expresionismo es un lenguaje de la subjetividad proyectada hacia el exterior. Usar el expresionismo en este caso es para proyectar una inquietud y un malestar interno hacia el exterior, pero al usar esta influencia artística, se convierte en una calle de doble sentido.
Edvard Munch, al hablar sobre su inspiración para The Scream, dijo que lo pintó después de "sentir un grito que atravesaba la naturaleza" en un paseo nocturno. Para Munch, The Scream no es solo un sentimiento, sino algo que sintió fuera de él. El expresionismo desdibuja los límites entre la subjetividad y el mundo externo, y cómo nos sentimos afecta la forma en que vemos el mundo que nos rodea. Pero el mundo que nos rodea también afecta la forma en que nos sentimos.
A medida que Lorena baja por la madriguera del conejo, su entorno también se deforma. Gradualmente vamos a hacer que los exteriores de la casa sean intimidantes y sombríos, y los interiores poco acogedores, encerrándola más en su prisión psicológica. La idea es hacer que el entorno sea caótico a medida que avanza la historia, sesgado en constante conflicto e imponiéndose a Lorena.
Lo que quiero ilustrar con este enfoque expresionista no son entornos que se dobleguen para desafiar la física, sino estructurarlos e iluminarlos de tal manera que aún cuando estén distorsionados y exagerados tampoco se sienten como la realidad. Y la forma en que los ambientes se apartan de la realidad es dónde se va expresando la interioridad del personaje.
Lorena y Emiliano pueden sobrevivir a esta terrible experiencia, a diferencia de Filippo, pero se dirigen a un futuro incierto. En los momentos finales, antes de que se desvanezcan en el horizonte, A Cuatro Pasos nos recuerda que el amor puede ser tanto una oportunidad para la libertad como una prisión.
