Recuerdo la primera vez que vi el guión de una película. Allí estaban los personajes, estaba el diálogo, estaba la descripción de qué acción sucedería. Me quedé boquiabierto.

¿Quieres decir que los actores no inventan sus diálogos allí, en el acto? ¿Cómo puede ser esto? ¿Está todo planeado? ¿Dónde se paran? ¿Lo que hacen? ¿Lo que ellos dicen? Estaba tremendamente decepcionado y, al mismo tiempo, me sentía terriblemente tonto. ¿Cómo pude no haberlo sabido? Por supuesto que hay un guión. Por supuesto, todo está planeado con gran detalle.

Nada es espontáneo. Todo es producto de una concepción deliberada, un pensamiento deliberado. El arte es artificio.

Algo que decimos en nuestro pitch de mi empresa, 2/4 Producciones, es que nosotros vivimos de hacer sólo cine, que no queremos hacer publicidad. Eso da la sensación de que como si la publicidad fuera algo malo.

Y aunque no sea nuestra intención decirlo así, pareciera. Lo que queremos decir es que nuestro objetivo es hacer cine y nos obligamos a subsistir, buscando diferentes maneras y modelos solo haciendo cine.

Pero muchos tenemos que hacer publicidad y programas de televisión que no estamos tan absurdamente emocionados de hacer. Pero utilizamos esos ingresos para subsistir y hasta poder financiar nuestros otros proyectos no tan económicamente viables.

Y aunque trabajar duro en las trincheras de Mad Avenue, se puede ver como que uno se está vendiendo, que se está trabajando para el estado capitalista, que uno está prostituyendo su talento, etc... si intentamos ser solo puros y trabajar en artes reales, creo que muchos estaríamos en un refugio de cartón debajo de un puente.

Ridley Scott trabajó en publicidad. David Fincher famosamente trabajó en publicidad y videos musicales. También lo hicieron Satyajit Ray y F. Scott Fitzgerald y Salman Rushdie y cientos de otros que llegaron a producir material inmortal en el mundo artístico.

Está bien trabajar para The Man de vez en cuando. No todos podemos ser Bob Dylan o Neil Young.