Marco Vélez Esquivia

April 17, 2021

La industria audiovisual vs la reforma tributaria

Ayer salió el texto completo de la reforma tributaria y bueno... Mi industria, al igual que el 99.99% de los colombianos, no está muy contento.

A diferencia de los demás colombianos, no está tan contento porque a partir del 2024, el Fondo para el Desarrollo Cinematográfico (FDC) pasa de ser financiado a partir de aportes parafiscales realizados por los exhibidores (léase salas de cine), distribuidores y los productores colombianos, y pasa a ser financiado por el presupuesto general de la nación.

Su descontento es tal que que hoy están en la primera asamblea (virtual) nacional audiovisual. Yep. Hoy. Un sábado. A las 3pm. Por Zoom. En confinamiento obligatorio en gran parte del país. Donde estamos teniendo la mayor cantidad de muertes diarias. Para hablar de algo urgente...  que va a suceder en el 2024.

*Revisa su calendario*... Yep, sigue siendo Abril del 2021.

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Odio tener que decirlo, pero se los dije... Llevo al menos 5 años diciendo que el FDC no iba a durar para siempre pero como nos preocupamos más por viajar y ganarnos premios en festivales, y menos en crear una industrial real que pudiera sostenerse por ella misma, pasó lo inevitable.

Pero no pasó por una reforma que más nos hunde en impuestos sin que arreglemos los problemas de fondo que tiene Colombia (i.e. corrupción descontrolada y mermelada), nos pasó por un cataclismo mundial llamado COVID-19.

Ahora, la situación no es tan horrible como los muchos que están poniendo el grito en el cielo y predicando que “the sky is falling”.

Tomando el artículo de El Espectador, “El futuro del Fondo para el Desarrollo Cinematográfico y la reforma tributaria” como punto de partida, voy a explorar lo que piensa hacer esta [porquería de] reforma tributaria con el FDC y su impacto en nosotros.

Para empezar, el artículo al igual que la gran parte de la industria colombiana audiovisual infiere que la gran mayoría de las películas que se hacen en Colombia son gracias a los estímulos de producción del FDC, pero eso no es completamente cierto.

En el 2019, en el mejor año de la taquilla colombiana, sólo 9 películas colombianas que tuvieron estímulos por concurso (de producción o postproducción) fueron distribuidas comercialmente en salas. El número de películas colombianas estrenadas en el 2019 fueron 48 películas (el número total de películas estrenadas en Colombia fueron de 355).

Si, sólo el 18% de las películas colombianas estrenadas tuvieron estímulos de producción o de postproducción (según la información disponible en la página de Proimágenes).

Esto te dice que la gran mayoría de las películas colombianas son gracias a la otra parte de la Ley de Cine, la de los beneficios tributarios los cuales la reforma no los elimina (hasta ahora... pero quien sabe con este gobierno o el próximo o el que sigue después de ese).

Qué va a pasar con la reforma tributaria

El Gobierno nacional oficializó la Reforma Tributaria 2021 en la que, entre muchas otras cosas, anunció la derogación, a partir del 1 de enero de 2024, de los artículos 5, 6, 7, 8, los numerales 1 y 6 del artículo 10, los artículos 13, 14 y 15 de la Ley 814 de 2003, y las demás disposiciones que resulten contrarias.

Con el fin de apoyar los objetivos de la Ley 814 de 2003 y la Ley 397 de 1997, a partir del año 2024, los recursos que se le asignen al Fondo para el Desarrollo Cinematográfico en el presupuesto nacional no podrán ser inferiores a la suma que se recaudó en la vigencia fiscal 2019 por concepto de la contribución parafiscal denominada ‘Cuota para Desarrollo Cinematográfico’. Dicha suma será ajustada anualmente, con la inflación.

En términos sencillos, a partir del 2024, el FDC deja de funcionar a partir de cuotas parafiscales y va a ser financiado por parte del presupuesto nacional.

Como dice el artículo, esto en principio es algo bueno porque el 2019 fue un muy buen año en términos de taquilla (gracias Disney!) y se pudo recoger 33.2 mil millones pero el 2020 solo se pudo recoger 5.9 mil millones. Y este año se proyecta algo como 3.3 mil millones, o sólo el 10% del 2019.

Antes de que pongan el grito en el cielo de nuevo porque 33 mil millones de pesos es muy poquito para hacer cine en este país, les recuerdo lo que eso nos compró en el 2019:

  • 4 primeras películas de director de ficción de 900 millones de pesos cada una.
  • 4 películas de ficción de segunda película de director en adelante de 900 millones de pesos cada una.
  • 4 estímulos de postproducción para ficción de 160 millones de pesos cada una.
  • 2 películas de animación de 1.300 millones de pesos cada una.
  • 5 documentales de 234 millones de pesos cada una.
  • 3 estímulos de postproducción para documentales de 80 millones de pesos cada uno.

Esto es sin contar todos los estímulos de cortometrajes, desarrollo y automáticos. O sea, nos compró bastante (y nos podría comprar mucho más si dividiéramos mejor los recursos).

Ahora, según la reforma, esto significa que vamos a poder tener garantizado estos 33 mil millones (más inflación) gracias al gobierno de turno año tras año sin importar la taquilla anual.

Reconozco que da un poco de desconfianza tener que depender del presupuesto nacional y perder un poco de autonomía porque estábamos jugando en nuestro pedacito del arenero sin que nos molestaran mucho, pero tocará creerle a cada nuevo gobierno que van a destinar recursos para que nosotros los cineastas podamos gastarlo haciendo nuestro arte.

Pero esto no es nada nuevo, ya nos toca creerles diariamente que van a intentar usar nuestros impuestos de la mejor manera, generando mayores beneficios para nosotros: más hospitales, colegios, infraestructura, ingresos solidarios.

Otro punto es que el representante ante la cámara José Daniel López dice que si los tiempos siguieran igual, pre-pandémicos, se puede suponer que los números seguirían subiendo y el recaudo sería mayor año tras año y el costo de oportunidad sería demasiado grande.

Pero esto no es completamente cierto. La tendencia mundial (quitando a China) es que los números de taquilla ya están nivelados o decayendo como en Estados Unidos los cuales han ido bajando año tras año en los últimos 20 años. El cine en Colombia vivía en una burbuja de aumento, pero esa burbuja no iba a durar mucho más gracias a lo que estamos viendo en tendencias de consumo (gracias Disney y Netflix!).

The sky ain’t falling

Algo importante de decir es que el FDC son estímulos por concurso en su gran mayoría. Por lo tanto hay un aire de lotería. Puedes tener una de las películas seleccionadas de los 3 o 4 estímulos que dan de los más de 100 proyectos enviados por cada categoría. No es que sea precisamente un fondo que ayuda a todo el mundo, solo a los ganadores.

Y si es un concurso, así la gente quiera creer y soñar lo contrario, un concurso no se gana por meritocracia. Especialmente porque el arte es bien difícil de evaluar por méritos. Es lo más “imparcial” posible pero bajo unos lineamientos entregados por los entes de control de este fondo.

Esos lineamientos pueden no ser directos pero si son indirectos (y hasta inconscientes si les queremos dar el beneficio de la duda) al seleccionar el tipo de jurados que se traen para cada categoría. No es lo mismo seleccionar al director de programación de Rotterdam que traer a James Cameron o tener a uno de los ejecutivos de Netflix.

Lo que quiero decir es que el FDC indirectamente se dedicó a querer crear “prestigio” a partir de las películas colombianas para que fueran a festivales internacionales y tener booths y fiestas de promoción de Proimágenes en Cannes, Berlín y demás festivales top en vez de potenciar la industria colombiana para que se pudiera sostener por ella misma.

Esto generó un efecto cascada al erosionar la confianza que los primeros años del fondo generó con el público colombiano, con los distribuidores y con las salas de cine. Ahora es cada vez más difícil que las películas colombianas, ya sean financiadas por el fondo o no, encuentren una distribución más grande que un release en salas especializadas.

Y cuando quisieron sobre-corregir esto que estoy diciendo, crearon el estímulo integral que daba unos valores exorbitantes de más de 1.600 millones de pesos (llegó alrededor de 2.500 millones de pesos en un año) con la excusa que iba a generar proyectos más “comerciales” y que íbamos a tener lo mejor de ambos mundos: Películas artísticas que iban a ir a festivales de todo el mundo y películas comerciales que conectaran con el público colombiano.

Este experimento salió muy bien. Yo todavía estoy esperando a Terminator o a Vin Diesel en Niña Errante o en Litigante.

Pobrecitos los cortometrajes colombianos

Casi me caigo para atrás cuando leí esto en el artículo porque demuestra que no tienen ni idea de cómo se mueve el cortometraje colombiano en salas comerciales y cómo han explotado una parte de la ley.

...además de que la exhibición de cortometrajes quedaría gravemente golpeada, una consecuencia nefasta para los talentos emergentes en el país: los directores de cine y, en general, los jóvenes que se inician en la industria, lo hacen a través de cortometrajes. Esa es la entrada y una de las heridas que más preocupan, ya que el futuro de la producción de cine nacional se comprometería.

La ley de cine establece que los exhibidores pueden disminuir en 6.25% de los 8.5% si exhiben cortometrajes colombianos antes de alguna de las películas que termina en Furious. Si, estás leyendo bien. 6.25%! Mal contado el 75% de descuento por pasar un cortometraje de 8 minutos (no un segundo más ni un segundo menos) antes de Avengers o Star Wars.

Si aún así recogemos 33 mil millones de pesos en un año, ¿cuánto en verdad podríamos haber recogido para el Fondo todos estos años si esto no existiera? Deben comprar súper bien esos cortometrajes colombianos gracias a ese descuento tan monstruo, ¿cierto?

Falso. He escuchado compras por 3 millones, por 5 millones, por 8 millones. La cifra más alta que he escuchado fue de 25 millones de pesos por un cortometraje que pasan constantemente en todas las funciones en todas las películas por meses. Hubiera sido mejor, creo yo, haber recogido esos 6.25% y poder hacer el triple de cortometrajes y de largometrajes que se hacen anualmente gracias a los estímulos del fondo.

Eso si es apoyar a los talentos emergentes (no solamente a los directores, obviamente).

Una reflexión: nadie nos debe nada

Sé que muchos de mi industria van a salir a decir es que nosotros somos vitales y que nos tienen que dar recursos para poder hacer cine. Pero algo que es bastante cierto: NADIE NOS DEBE NADA. Nadie tiene la obligación de darnos nada. Tenemos que partir de que no somos niños chiquitos llorando para que nos den dinero para hacer nuestro arte sin ninguna interferencia artística.

Tenemos que estar agradecidos un poco porque tenemos algo que muchos países no tienen y lo tuvimos por mucho tiempo lo cual ha ayudado a crear una industria emergente, pero somos nosotros los que necesitamos dejar de ser una industria adolescente y FDC-dependiente, y comenzar a perder la inocencia y volvernos adultos.

Tenemos que evolucionar en la forma de cómo trabajamos. Las zonas de confort son una cosa increíble. Son cálidas. Son tiernas. Son algo de lo que no queremos desviarnos demasiado, básicamente. Entonces, las zonas de confort son bastante buenas. Pero también hay aspectos negativos de las zonas de confort. Y los negativos significan que no evolucionamos. Y esto es lo que yo creo que sucede con muchos de nosotros.

El FDC es una zona de confort. El FDC nos da la oportunidad de trabajar en nuestro guion, de prepararlo, de hacer unos documentos y mandar la carpeta esperando a que nos ganemos el baloto. Y cuando no nos lo ganamos, tenemos el confort de podernos quejar de los que si se lo ganaron, de decir que todo es una rosca y que sólo quieren ciertos proyectos o que los que lo ganaron ya conocían a los jurados. Pero no cambiamos, no evolucionamos. Volvemos a Marzo del siguiente año y volvemos a mandar nuestro proyecto o un nuevo proyecto que se "ajusta" a lo que los jurados eligen.

Y seguimos en ese ciclo, hasta que lo ganamos... Y allí creemos que si lo ganamos una vez, va a seguir sucediendo por siempre.

Pero si no evolucionamos en la forma en la que trabajamos, evolucionamos en lo que estamos haciendo, no estamos dejando nuestra zona de confort. Lo que sucede cuando no ganamos el FDC, es que comenzamos a buscar financiación por el beneficio tributario o intentar hacer crowdfunding, o hacer algo más pequeño.

Tenemos el empuje de hacerlo. Pero lo que estamos haciendo es solamente sumergir el dedo del pie en el agua, conociendo un poco lo desconocido pero nos da miedo y volvemos a lo mismo. Pero tenemos que probar el proceso, crecer de cierta forma y no depender de Papá-Gobierno solamente para hacer nuestro arte, y confiar para asegurarnos de que nuestro nuevo proceso de hacer cine funcionará con este nuevo sistema que hemos implementado para nosotros.

Entonces, si no evolucionamos, si no evolucionamos en la forma en la que trabajamos, básicamente seguiremos haciendo lo que estamos haciendo y nos vamos a frustrar día tras día. Y cuando llega a hacer muy tarde, comenzamos a decirnos a nosotros mismos: Ojalá hubiera hecho esto antes. Desearía haberlo hecho antes. Ojalá supiera esto antes.

Comprar el baloto no es una estrategia real para financiar películas. Pero uno compra el baloto por si acaso se lo gana algún día, pero no podemos esperar todas nuestras vidas para ver si somos seleccionados por el azar de un jurado.

Hacer cine es un acto de rebeldía, de no dejar que nos digan que no es esencial nuestras historias. No solamente se hace cine gracias a que Mamá-Gobierno me da permiso para hacerlo.

Ahora, ¿qué es lo bueno de perder autonomía?

Lo que más se valora en Colombia en estos momentos es poder salir en salas de cine. Así sea un terrible negocio para la gran mayoría de películas colombianas, pero ellos lo compensan con los estímulos automáticos de promoción y distribución que entrega el Fondo.

En el 2020 y en lo que llevamos del 2021, Proimágenes tuvo el chance de liderar la carga para que nos metiéramos en el siglo 21 de verdad. Como el fondo es financiado por las salas de cine y sus distribuidores, Proimágenes (y los demás entes de control) no quería molestarlos diciendo que las películas colombianas se podían saltar las salas de cine y salir directamente en VOD, y aún así poder acceder a esos estímulos automáticos. Aún si a esas salas de cine y distribuidores no les interesara mucho el cine colombiano.

Si a partir del 2024 vamos a romper la cadena con los exhibidores y los distribuidores, pues eso significa que podemos tener el Fondo 2.0.

Desde ya podemos comenzar a pensar como usar esos 33 mil millones de pesos (más inflación) en nuevas maneras, en nuevos contenidos, en diferentes formas de hacer cine. No todo necesita 900 millones de pesos, porque podemos generar categorías más pequeñas, de micro-presupuestos de 300 millones.

Imagínate si pudiéramos tener una categoría donde cogemos sólo el primer año, 900 millones y lo partiéramos en 3. Tendríamos 3 películas de 300 millones de pesos para esos directores y productores que quieren hacer películas arriesgadas que no requieren la parafernalia de equipos y de crew.

Imagínate si pudiéramos tener una categoría donde cogemos otro de esos 900 millones de pesos, comenzamos a co-financiar películas que están yendo por la ruta de los beneficios tributarios y les comenzamos a dar 100-150 millones de pesos a cada una. Tendríamos hasta 9 películas más.

Imagínate si comenzamos a generar películas destinadas a VOD y no solamente a salas de cine o a llenarnos de premios en festivales para inflar pecho en el BAM o en el FICCI.

Imagínate si comenzamos a hablar con Netflix, Amazon, HBO y Disney, y creamos nuevas categorías de películas para sus servicios donde los jurados son compuestos principalmente por ellos y las películas aseguran su distribución mundial.

Imagínate escenarios donde rompemos la cadena de salir solamente y principalmente en salas de cine, y comenzamos a llevar al Fondo para el Desarrollo Cinematográfico a su siguiente iteración.

Es fácil quejarse de algo que todavía no ha sucedido y que nos va a cambiar nuestro status quo, nuestra zona de confort. Pero es más apropiado no quejarse, tomar la mano que te salió en este juego de poker, y hacer lo mejor posible. Quién sabe... De pronto ahorita nos estamos quejando pero en unos años todos estamos muy contentos.

De pronto, el Fondo 2.0 si comienza a centrase en generar una industria adulta. Pero depende de nosotros, de si queremos nuestra zona de confort o si queremos seguir adelante y tomarnos la montaña.

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Marco Velez Esquivia
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About Marco Vélez Esquivia

Hey! Soy Marco Velez Esquivia, soy el fundador y CEO de LYNCH anima, creadores de las películas colombianas Tiempo Presente, Ultraviolencia, Sicosexual, Ruido y Afuera del Tiempo

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