Cada gran momento en cualquier gran carrera se encuentra al otro lado del riesgo. Sin embargo, toda nuestra vida estamos condicionados a evitarlo.
“No trabajes en un campo creativo, nunca ganarás dinero.”
"No empieces tu propia empresa, consigue un trabajo estable."
“No hagas tu propia película, no será buena.”
Toda nuestra vida, personas que han evitado el riesgo (padres, maestros, empleadores, etc. ) nos dan este tipo de "consejos". Es lo que les enseñaron, y esperan que vos compres la misma narrativa. Si no lo haces, los hace sentir muy incómodos. Pero su premisa no podría estar más equivocada.
Ellos piensan que el riesgo = fracaso. Cuando en realidad, el riesgo = recompensa.
Escoge a cualquier cineasta que vos admiras y evalúa su trayectoria profesional. Está inevitablemente lleno de riesgos: financieros, creativos y de otro tipo. Admiramos a estos cineastas. Nos encantan sus películas. Incluso podríamos intentar emularlos estilísticamente. Pero casi nunca buscamos emular su tenacidad y voluntad de apostar por sí mismos.
Muy a menudo escucho a los cineastas decir “Esa película es terrible, ¿cómo se hizo? Mi guión es mucho mejor”. Bueno, tal vez la película apesta. Y tal vez el guión que tienen en su cajón digital sea realmente 100 veces mejor. Pero esa película se hizo mientras que miles de otras no. Y no fue porque fuera la idea más brillante. No fue porque tuvieran todas las piezas correctas del rompecabezas en su lugar desde el principio. Sino porque se arriesgaron cuando otros tenían miedo.
Hay tanto poder en estar dispuesto a arriesgarse a fracasar. Yo lo hago con cada película que hago porque cada película que hago es definitivamente cero pensado en forma tradicional, sino que refleje lo que yo soy, y es por esto que cada cineasta que lo hace es recompensado sin falta.
Piénsalo de esta manera: Si apuestas por vos y tomas un riesgo loco, como por ejemplo, producir tu primer largometraje, ¿qué es lo peor que puede pasar? ¿No estás completamente satisfecho con tu película? ¿No te hace ganar un millón de dólares? Cool. Al menos ahora sabes por qué no sucedió nada de eso, y puedes trabajar para acercarte al objetivo la próxima vez.
Piénsalo de esta manera: Si apuestas por vos y tomas un riesgo loco, como por ejemplo, producir tu primer largometraje, ¿qué es lo peor que puede pasar? ¿No estás completamente satisfecho con tu película? ¿No te hace ganar un millón de dólares? Cool. Al menos ahora sabes por qué no sucedió nada de eso, y puedes trabajar para acercarte al objetivo la próxima vez.
Al hacer esto, vas a estar definitivamente muy por delante del cineasta que todavía está atrapado en el punto de partida, sin saber aún lo que vos ya aprendiste. Esos cineastas creen falsamente que pueden lograr grandes cosas evitando el riesgo por completo. Pero eso es simplemente imposible. La recompensa es siempre el resultado del riesgo, no hay forma de evitarlo. Y cuanto mayor es el riesgo, mayor es la recompensa. Es un cliché, pero es cierto.
Eso ciertamente no significa que debamos apostar los ahorros de nuestra vida o hipotecar la casa por capricho, o ponernos en peligro. Nuestros riesgos deben ser calculados. Las ventajas deben superar con creces las desventajas. Hacer un largometraje de presupuesto micro es un gran ejemplo de esto. Es un riesgo increíblemente pequeño para una recompensa muy obvia. En el peor de los casos, pierdes tiempo haciendo una película con la que no estás 100% satisfecho y, aun así, obtienes lecciones invaluables para toda la vida. En el mejor de los casos, empieza tu carrera y cambia tu vida.
Sin embargo, tomar incluso pequeños riesgos puede dar miedo. Estamos programados para ver desproporcionadamente las desventajas al evaluar el riesgo, ya que es uno de nuestros mecanismos de supervivencia. Pero, ¿cuál es la alternativa? ¿Cuál es el costo de nunca correr un riesgo en absoluto?
Yo siempre pongo un ejemplo. El cambio entre 0 y 100 es increíble con respecto de 100 a 200. Aunque numéricamente sea lo mismo, pasar de 0 a 100 es muchísimo más importante significativamente y subjetivamente que pasar de 100 a 200.
Si no corres el riesgo, tu vida es una vida no explorada completamente. Uno lleno de arrepentimiento: no por las cosas que intentaste que no funcionaron, sino por las cosas que nunca intentaste en absoluto.
E incluso si tratamos de evitar el riesgo a toda costa, nunca podremos realmente escapar de el. La vida es arriesgada. Nuestro trabajo de 8 a 5 puede despedirnos en cualquier momento. Podemos enfermarnos mientras esperamos el "momento adecuado". Podemos estrellar nuestro carro de camino al trabajo. Podemos dejar el micrófono prendido en esa reunión de Zoom.
No existe tal cosa como evitar el riesgo. Todo lo que hacemos, todos los días, es arriesgado, solo hemos sido entrenados para ver ciertas actividades (a menudo empresas creativas) como más peligrosas que otras. Pero el único riesgo real es no tomar uno en absoluto.