Íñigo Medina García

May 12, 2022

En una reciente versión cinematográfica de Juan y las habichuelas mágicas la mata conduce al niño a un reino de ogros cuyo corazón es de piedra. Llevo mi mano al órgano latiente y hay un rumor sordo. La sugestión me hace sentir un granito apomazado bajo un terso manto de mármol. Intento disimular para que mi familia no note nada. A lo mejor ya se han dado cuenta y también disimulan, en un juego de espejos y proyecciones.

Todo esto de la piedra ha despertado mi memoria. Una memoria laboral, pero memoria al fin y al cabo. Quizás parte de la mezquindad en la que devienes con un corazón de piedra consiste en acabar reducido a esta clase de memoria que es una cantera en la que te empleas para extraer algunos guijarros y pedruscos. Trabajé en una solución digital para ofrecer catálogos de piedra natural en internet y así hacer más fáciles las compras y las ventas entre empresas.

Los cinco primeros meses construyeron un barco para un mundo sin agua, alimentando así la montaña de desperdicios sobre la que esta industria avanza. Tras eso, hubo que hacer lo de siempre: arrojarse a la realidad y dejarse aprender. Recorrimos pueblos de Brasil con un pinocho de cartón. Mientras lo enseñábamos en fábricas y almacenes, vivíamos los problemas de conexión a internet y veíamos cómo nuestros mejores deseos morían antes de nacer. Ni las fotos que hacían tenían resolución, ni las guardaban, ni hacían todo aquello que deseábamos que hicieran solo porque así lo habíamos figurado. Bendita y cruel realidad.

Tantos desperdicios. Este pequeño corazón de piedra que crece en mí podría ser el esfuerzo titánico de mi conciencia que se revuelve frente a tanto antígeno. Titanes inmunitarios. Ogros.

About Íñigo Medina García

I build software products and teach about them. Chief Product Officer at Filmin. Product Advisor at Dcycle. Teacher at Tramontana. Email me at inigo@hey.com